El punto de encuentro inesperado
Durante años, he observado un fenómeno fascinante que rara vez se discute en nuestro campo: el adiestramiento canino moderno está convergiendo, quizás inconscientemente, con los principios fundamentales de diversas escuelas psicoterapéuticas humanas. Esta observación no es casual ni anecdótica—representa un cambio paradigmático que está transformando nuestra comprensión de la relación humano-perro y que encuentra respaldo científico en la antrozoología, la ciencia dedicada al estudio de las interacciones entre humanos y animales.
Como fundador de Refuerzo Positivo, he dedicado la última década a explorar esta intersección, descubriendo que los principios que guían una terapia efectiva con humanos comparten sorprendentes similitudes estructurales con aquellos que facilitan una transformación duradera en la relación tutor-perro.
Una revolución silenciosa
El adiestramiento canino ha evolucionado dramáticamente. Hemos pasado de enfoques basados en dominancia y control a metodologías que reconocen la complejidad emocional, cognitiva y relacional de nuestros compañeros caninos. Esta evolución no es solo técnica—es filosófica y ética.
Lo que ahora estamos descubriendo es que las estructuras relacionales que facilitan el cambio positivo trascienden las diferencias entre especies. Ya sea en un consultorio terapéutico o en una sesión de adiestramiento, ciertos principios fundamentales parecen universales.
La antrozoología: El fundamento científico
La antrozoología, como ciencia que estudia las interacciones y el vínculo entre seres humanos y otros animales, ha proporcionado evidencia sustancial sobre cómo estos vínculos afectan el bienestar de ambas especies. Esta disciplina relativamente joven (con menos de cuatro décadas de existencia formal) ha respaldado científicamente lo que muchos adiestradores avanzados intuitivamente sabíamos: las relaciones humano-animal son complejas, bidireccionales y profundamente significativas para ambas partes.
El Dr. Marcos Díaz Videla, reconocido investigador en antrozoología, señala en sus múltiples publicaciones que los perros han evolucionado para leer nuestras emociones, responder a nuestras señales sociales y desarrollar patrones de apego similares a los humanos (Díaz Videla & Olarte, 2018). Este entendimiento científico complementa perfectamente la visión sistémica de la terapia familiar, donde cada miembro influye y es influido por los demás.
La familia multiespecie: Perspectiva sistémica
Uno de los avances más significativos en antrozoología ha sido el reconocimiento del perro como miembro legítimo del sistema familiar. Según Díaz Videla, los perros no son simplemente “mascotas” pasivas, sino participantes activos que influyen en las dinámicas familiares, establecen sus propios roles y contribuyen a la formación de reglas y rutinas familiares (Díaz Videla & Rodríguez Ceberio, 2019).
“Los vínculos afectivos entre humanos y perros de compañía resultan un fenómeno ampliamente extendido en la cultura occidental”, señala Díaz Videla en su libro “Antrozoología y la relación humano-perro”. La mayor parte de tutores “comparte su casa con sus perros, siente emociones positivas intensas y rutinariamente expresa sus más íntimos pensamientos y sentimientos hacia ellos” (Díaz Videla, 2017).
En Refuerzo Positivo, aplicamos esta perspectiva sistémica comprendiendo que:
- El perro es un miembro familiar activo: No trabajamos simplemente con “el perro problemático”, sino con un miembro del sistema cuyo comportamiento refleja y afecta a todo el conjunto familiar.
- Las dinámicas son circulares, no lineales: El comportamiento del perro influye en los tutores tanto como el de los tutores influye en el perro, creando patrones circulares que se refuerzan mutuamente.
- Los cambios en una parte afectan todo el sistema: Cuando un tutor modifica su forma de comunicarse o responder, esto inevitablemente transforma la respuesta del perro, que a su vez modifica la experiencia del tutor, generando una cascada de cambios sistémicos.
- Las fronteras y jerarquías importan: Como en cualquier sistema familiar, el establecimiento de límites claros, roles definidos y una estructura predecible beneficia a todos los miembros, caninos y humanos.
Principios compartidos: El puente entre disciplinas
La relación como vehículo transformador
Tanto en psicoterapia como en el adiestramiento canino avanzado, la calidad de la relación no es simplemente un contexto para el trabajo—es el trabajo mismo. El psicoanalista Donald Winnicott afirmaba que “la psicoterapia se realiza en la superposición de dos zonas de juego: la del paciente y la del terapeuta.” De manera similar, el adiestramiento efectivo ocurre en ese espacio compartido donde humano y perro logran sincronizarse emocionalmente.
Lo fascinante es que estos espacios relacionales no son solo metáforas—son realidades neurobiológicas. Cuando terapeuta y cliente, o tutor y perro, logran una conexión auténtica, se activan circuitos neurales específicos que facilitan el aprendizaje, la regulación emocional y el cambio comportamental.
La Dra. Patricia McConnell, reconocida etóloga y especialista en comportamiento animal, enfatiza en sus libros que “nuestro comportamiento afecta a los perros y cómo ellos tratan de comunicarse con nosotros, con frecuencia sin éxito” (McConnell, 2010). Como primates y seres parlantes, tendemos a comunicarnos de una manera muy diferente a los perros, lo que puede crear malentendidos significativos.
Autonomía y agencia: El fundamento ético compartido
Un principio fundamental en psicoterapia moderna es el respeto por la autonomía del cliente. Como terapeutas, buscamos empoderar, no controlar; invitar, no imponer. Este mismo principio está revolucionando el adiestramiento canino.
En Refuerzo Positivo, desarrollamos sistemas donde el perro puede expresar preferencias, necesidades y límites. Le enseñamos a comunicar “sí”, “no”, “más de esto” o “ya es suficiente”. Esta comunicación bidireccional transforma radicalmente la relación, creando un vínculo donde la cooperación surge naturalmente, no por dominación sino por conexión auténtica.
Este enfoque se alinea con movimientos éticos contemporáneos en adiestramiento canino. Como señala un artículo sobre ética y entrenamiento animal: “cualquier aprendizaje que experimente un animal debe ser para mejorar su calidad de vida” (Educan, 2016). La verdadera ética en adiestramiento reconoce que imponer comportamientos que van contra la naturaleza o felicidad del animal contradice lo que significa querer verdaderamente a otro ser.
Comprensión funcional: Más allá del comportamiento visible
La terapia cognitivo-conductual moderna ha evolucionado para enfocarse no solo en el comportamiento observable sino en su función y en las necesidades que expresa. Igualmente, en adiestramiento avanzado, entendemos que un ladrido, un tirón de correa o una conducta destructiva no son “problemas” aislados—son comunicaciones, expresiones de necesidades no satisfechas.
Cuando un terapeuta Gestalt busca entender qué necesidad está detrás de un síntoma, está operando con el mismo principio que utilizamos al analizar funcionalmente un comportamiento canino desafiante. La forma puede variar, pero la estructura del análisis es sorprendentemente similar.
La neurociencia de las emociones: El puente biológico
El trabajo del neuropsicólogo Jaak Panksepp proporciona un puente biológico invaluable para entender las similitudes emocionales entre humanos y perros. Panksepp identificó siete sistemas emocionales primarios presentes en todos los mamíferos: BÚSQUEDA, IRA, MIEDO, LUJURIA, CUIDADO, PÁNICO/DUELO y JUEGO (Panksepp, 1998).
Estos sistemas emocionales funcionan como recursos innatos que la naturaleza puso a nuestra disposición para sobrevivir y prosperar. El perro, como mamífero social, comparte estos mismos circuitos neurológicos con nosotros, lo que explica por qué podemos reconocer intuitivamente sus estados emocionales.
En Refuerzo Positivo, trabajamos conscientemente con estos sistemas emocionales primarios:
- Sistema BÚSQUEDA (SEEKING): Activamos este sistema, relacionado con la curiosidad y la exploración, para crear experiencias de aprendizaje positivas donde el perro está motivado intrínsecamente a participar.
- Sistema JUEGO (PLAY): Utilizamos la capacidad natural de juego para fortalecer el vínculo y enseñar nuevas habilidades en un contexto de emociones positivas.
- Sistema CUIDADO (CARE): Aprovechamos los circuitos neurales relacionados con el cuidado parental para desarrollar relaciones seguras entre tutor y perro.
- Sistema MIEDO (FEAR): Respetamos las respuestas de miedo como información valiosa, trabajando siempre por debajo del umbral de activación de este sistema.
Esta base neurobiológica compartida explica por qué muchas técnicas que funcionan en psicoterapia humana tienen equivalentes efectivos en trabajo con perros: no es coincidencia, sino un reflejo de nuestras similitudes emocionales profundas.
La estructura triádica: Nuestra innovación metodológica
Una diferencia crucial entre psicoterapia tradicional y adiestramiento canino moderno es la estructura relacional. Mientras la terapia típicamente involucra una díada (terapeuta-cliente), el adiestramiento moderno opera como un sistema triádico (adiestrador-tutor-perro), similar a ciertas intervenciones de terapia familiar.
En este sistema, el adiestrador no es el agente primario de cambio—es un facilitador temporal que empodera al tutor para transformar su relación con el perro. Esta estructura presenta desafíos y oportunidades únicas:
Transferencia escalonada de competencias
A diferencia del terapeuta que trabaja directamente con el cliente, el adiestrador moderno trabaja principalmente a través del tutor. Esto requiere no solo enseñar técnicas, sino facilitar una comprensión profunda de principios que el tutor pueda adaptar dinámicamente a diversas situaciones.
En Refuerzo Positivo, este proceso escalonado es meticulosamente diseñado: primero facilitamos una transformación en la comprensión y habilidades del tutor, quien luego puede facilitar el cambio con su perro. Esta “cascada de competencias” es fundamental para lograr cambios sostenibles.
La paradoja de la presencia temporal
Quizás el aspecto más delicado de nuestro trabajo es lo que llamamos “la paradoja de la presencia temporal”: debemos ser lo suficientemente influyentes para catalizar cambios significativos, pero lo suficientemente discretos para no alterar permanentemente el sistema que estamos ayudando.
Un adiestrador que crea dependencia o se convierte en el vínculo primario con el perro ha fracasado, sin importar cuán impresionantes sean los resultados durante su presencia. El verdadero éxito se mide por lo que ocurre cuando ya no estamos presentes.
La terapia asistida con perros: El círculo se completa
Es interesante notar cómo este fenómeno de convergencia también se manifiesta en dirección opuesta: la creciente integración de perros en entornos terapéuticos humanos a través de la terapia asistida con animales (TAA).
La TAA incorpora a los perros como recursos terapéuticos para potenciar el bienestar y la salud en función de las necesidades de las personas (Postgrado Veterinaria, 2022). Este enfoque reconoce explícitamente el poder del vínculo interespecies para facilitar procesos terapéuticos.
En cierto sentido, este desarrollo cierra el círculo: mientras el adiestramiento canino adopta principios de la psicoterapia humana, la psicoterapia humana reconoce el valor terapéutico de la relación con perros. Esta bidireccionalidad confirma la profunda interconexión entre ambas disciplinas.
Aplicaciones prácticas: Transformando relaciones reales
¿Cómo se traduce esta filosofía en práctica cotidiana? Permítanme compartir algunos ejemplos concretos:
Caso 1: Luna y la ansiedad por separación
Luna, una mezcla de Border Collie, sufría terrible ansiedad cuando su tutora María salía de casa. El enfoque tradicional habría buscado “desensibilizar” a Luna mediante exposiciones graduales a la soledad.
En cambio, aplicando principios de terapia de apego y antrozoología, trabajamos primero en fortalecer la seguridad básica en su relación. Desarrollamos rituales de conexión, sistemas de comunicación claros y predecibles, y un espacio físico que proporcionara contención emocional. Solo entonces introdujimos gradualmente separaciones breves, siempre respetando los umbrales emocionales de Luna.
Trabajamos simultáneamente con el sistema PÁNICO/DUELO de Panksepp (activado por la separación) y el sistema CUIDADO (activado por las interacciones nutritivas). La clave fue comprender que la ansiedad por separación no es una conducta “mala” sino una respuesta natural del sistema de apego.
Lo más importante: enseñamos a María a leer y responder a las señales sutiles de Luna, creando un “baile relacional” sincronizado que generó seguridad emocional profunda. Seis semanas después, Luna podía permanecer tranquila durante ausencias de cuatro horas—no porque hubiéramos “arreglado” su ansiedad, sino porque habíamos transformado fundamentalmente su experiencia relacional.
Caso 2: Toby y la reactividad hacia otros perros
Toby, un Schnauzer de tres años, reaccionaba agresivamente ante otros perros. La aproximación convencional habría utilizado reforzamiento diferencial: premiar la calma, no premiar la reactividad.
Aplicando principios de terapia sistémica, identificamos que la tensión en la correa y la ansiedad de su tutor Carlos precedían consistentemente a las reacciones de Toby. Trabajamos simultáneamente con Carlos en técnicas de regulación emocional y con Toby en crear nuevas asociaciones.
Nuestra intervención se centró en el sistema MIEDO de Panksepp (activado ante la presencia de otros perros) y en el sistema BÚSQUEDA (promoviendo curiosidad en lugar de defensividad). Comprendimos que la reactividad no era un “problema de comportamiento” sino un patrón relacional circular donde la ansiedad de ambos se amplificaba mutuamente.
Lo revolucionario de nuestro enfoque: Carlos aprendió a regular primero su propio estado, creando un sistema donde la calma fluía de tutor a perro, no al revés. Desarrollamos un “lenguaje compartido” donde Toby podía comunicar incomodidad antes de llegar al umbral de reactividad, y Carlos podía responder efectivamente.
La familia multiespecie: Un nuevo paradigma
La perspectiva antrozoológica nos ha permitido comprender que las familias contemporáneas a menudo son multiespecie – sistemas complejos donde humanos y animales coexisten en relaciones significativas que van más allá de la simple convivencia.
Como señala Díaz Videla: “Por el contrario, es a partir de su accionar independiente que estos animales definen su propio rol en la familia, y dan forma a las reglas y prácticas de la vida familiar, ampliando la familia más allá de las relaciones biológicas” (Díaz Videla, 2015).
Esta visión tiene profundas implicaciones para nuestro trabajo:
- Reconocimiento de roles familiares: El perro no es un “objeto” a entrenar, sino un miembro familiar con roles específicos (compañero de juegos, protector, facilitador social) que deben ser reconocidos y respetados.
- Intervención contextualizada: Trabajamos comprendiendo cómo cada familia ha construido su propia “cultura” de interacción con su perro, con reglas explícitas e implícitas que debemos respetar y, cuando sea necesario, ayudar a modificar.
- Consideración de alianzas y subsistemas: Como en cualquier familia, existen alianzas (por ejemplo, el perro puede tener una relación diferente con cada miembro familiar) que deben ser entendidas en su complejidad.
- Ritualización y cohesión: Ayudamos a crear rituales específicos que fortalecen la cohesión del sistema familiar incluyendo al miembro canino, desde paseos diarios hasta momentos de conexión estructurados.
Adiestramiento colaborativo versus obediencia tradicional
El reconocimiento de los perros como seres emocionales complejos con agencia propia ha llevado a un cambio fundamental en los objetivos del adiestramiento. Ya no buscamos simplemente “obediencia”, sino una relación de cooperación voluntaria basada en la comunicación efectiva.
Patricia McConnell, en su influyente trabajo, enfatiza que nuestra visión del adiestramiento debe evolucionar de “hacer que el perro nos obedezca” a “facilitarle al perro entender lo que deseamos y motivarlo a cooperar” (McConnell, 2002). Esta perspectiva reconoce la autonomía y la capacidad de elección del perro como componentes esenciales de una relación ética.
En Refuerzo Positivo, implementamos técnicas de entrenamiento cooperativo donde:
- Se respeta la agencia del perro: Enseñamos comportamientos deseados siempre ofreciendo al perro la opción de participar voluntariamente.
- Se utilizan exclusivamente métodos positivos: Rechazamos cualquier forma de coerción, intimidación o castigo, alineándonos con principios éticos contemporáneos.
- Se prioriza la comprensión sobre la obediencia: Nos enfocamos en que el perro entienda claramente lo que deseamos, no simplemente en que ejecute comportamientos por miedo o presión.
- Se construye sobre motivación intrínseca: Desarrollamos el deseo natural del perro de cooperar con nosotros, no su obediencia forzada.
Este enfoque refleja un cambio ético fundamental que también ha ocurrido en psicoterapia: pasar de un modelo de “el experto sabe lo que es mejor para ti” a uno de “colaboración respetuosa donde ambas partes tienen voz y agencia”.
Bienestar emocional como objetivo primario
Tanto en psicoterapia humana como en adiestramiento canino avanzado, el bienestar emocional ha pasado a ser un objetivo primario, no solo un efecto secundario deseable. Reconocemos que los estados emocionales positivos no son simplemente “bonitos de ver”, sino fundamentales para el aprendizaje efectivo y el desarrollo saludable.
La neurociencia afectiva de Panksepp nos confirma que los sistemas emocionales primarios son el sustrato más antiguo y poderoso que motiva nuestros comportamientos. Cuando estos sistemas funcionan de manera óptima, tanto humanos como perros pueden prosperar en sus relaciones y aprendizajes.
En nuestras intervenciones con perros, prestamos atención explícita a:
- Estado emocional durante el aprendizaje: Monitoreamos constantemente señales de estrés, sobrecarga o fatiga que podrían interferir con un aprendizaje positivo.
- Equilibrio entre sistemas emocionales: Aseguramos que sistemas positivos como JUEGO, BÚSQUEDA y CUIDADO predominen sobre sistemas defensivos como MIEDO o IRA.
- Desarrollo de resiliencia emocional: Ayudamos al perro a construir capacidades para manejar niveles apropiados de frustración y desafío.
- Comunicación emocional bidireccional: Enseñamos a los tutores a leer y responder adecuadamente a las señales emocionales de sus perros.
Este enfoque reconoce que los perros no son simples “máquinas de comportamiento”, sino seres sintientes cuya experiencia emocional es tan importante como sus acciones observables – exactamente la misma evolución que ha tenido la psicoterapia humana.
El futuro de esta convergencia
Creo firmemente que estamos presenciando apenas el inicio de una profunda convergencia entre campos aparentemente distantes. Las estructuras fundamentales que facilitan el cambio psicológico y relacional parecen trascender las barreras entre especies, sugiriendo principios universales sobre cómo los seres sensibles aprenden, cambian y florecen en relación con otros.
La antrozoología, como ciencia emergente, continuará proporcionando evidencia empírica sobre la naturaleza y beneficios de estas relaciones interespecies, mientras que la práctica del adiestramiento avanzado continuará refinando metodologías que honren esta comprensión más profunda.
Anticipo varios desarrollos significativos en los próximos años:
- Mayor integración de conocimientos neurobiológicos: La comprensión cada vez más profunda de los sistemas emocionales compartidos entre humanos y perros informará prácticas de adiestramiento más efectivas y respetuosas.
- Desarrollo de modelos de intervención específicamente triádicos: Emergerán metodologías que aborden explícitamente la naturaleza única del sistema adiestrador-tutor-perro.
- Especialización en intervenciones para familias multiespecie: Surgirán profesionales específicamente formados para trabajar con sistemas familiares que incluyen miembros no humanos.
- Influencia recíproca: Las innovaciones en adiestramiento canino informarán a su vez desarrollos en psicoterapia humana, especialmente en áreas como comunicación no verbal, regulación emocional y trabajo con poblaciones no verbales.
En Refuerzo Positivo, nos comprometemos a seguir explorando esta frontera, integrando conocimientos de psicoterapia, neurociencia, antrozoología y aprendizaje animal para desarrollar metodologías que honren la complejidad y belleza de la relación humano-perro.
Una invitación
Si eres tutor, te invito a considerar tu relación con tu perro no solo como un vínculo de cuidado y compañía, sino como un espacio de crecimiento mutuo, un laboratorio relacional donde ambos pueden desarrollar capacidades de comunicación, regulación emocional y cooperación que enriquecerán profundamente vuestras vidas.
Si eres adiestrador, te invito a explorar estos puentes entre disciplinas, a cuestionar paradigmas limitantes y a considerar cómo principios de diversos enfoques terapéuticos y la antrozoología podrían enriquecer tu práctica profesional.
Y a todos, les invito a imaginar un mundo donde nuestras relaciones con otras especies estén fundamentadas no en dominio o utilidad, sino en comprensión profunda, respeto mutuo y crecimiento compartido.
Porque al final, lo que descubrimos al trabajar con perros no es solo cómo comunicarnos mejor con ellos—es cómo ser mejores compañeros para todos los seres con quienes compartimos este planeta.
Referencias bibliográficas
Díaz Videla, M. (2015). El miembro no humano de la familia: Las mascotas a través del ciclo vital familiar. Revista Ciencia Animal, 9, 83-98.
Díaz Videla, M. (2017). Antrozoología y la relación humano-perro. Buenos Aires: iRojo.
Díaz Videla, M., & Olarte, M. A. (2018). Antrozoología, multidisciplinario campo de investigación. Akadia.
Díaz Videla, M., & Rodríguez Ceberio, M. (2019). Las mascotas en el sistema familiar. Legitimidad, formación y dinámicas de la familia humano-animal. Revista De Psicología, 18(2), 44–63.
Educan. (2016). Entrenamiento de animales y ética: una perspectiva animalista. La Caja Verde EDUCAN.
McConnell, P. (2002). Al otro extremo de la correa. KNS Ediciones.
McConnell, P. (2010). Por el amor de un perro: Comprende tus emociones y las de tu mejor amigo. KNS Ediciones.
Panksepp, J. (1998). Affective neuroscience: The foundations of human and animal emotions. Oxford University Press.
Postgrado Veterinaria. (2022). Cómo funciona la terapia con animales. Escuela de Postgrado Veterinaria.
Pablo Herrera es fundador y director de Refuerzo Positivo, empresa especializada en consultoría y educación para la transformación de la relación humano-perro. Con más de 15 años de experiencia y formación internacional en comportamiento y bienestar animal, Pablo ha desarrollado metodologías innovadoras que integran principios de psicoterapia humana y antrozoología al campo del adiestramiento canino avanzado.
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